Saulo, que luego se llamaría Pablo, quedó ciego durante tres días mientras recibía instrucciones del Señor.
En ese momento, Pablo preguntó: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” Jesús le respondió: “Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer”. Pablo se levantó y fue a Damasco, donde comenzó su ministerio como apóstol de Jesús. Esta experiencia cambió la vida de Saulo a Pablo y le enseñó a confiar y obedecer a Dios, incluso cuando no entendía sus planes. Así como Saulo, es importante que nosotros también aprendamos a confiar y entregar nuestras vidas a Dios, preguntándole qué quiere que hagamos y estando dispuestos a seguir su guía, aunque no entendamos todo de inmediato.
Es importante que busquemos a Dios y que tengamos una comunicación constante con él, ya que él siempre está hablando y guiando a sus hijos. Algunos de nosotros podemos sentirnos como Saulo de Tarso, persiguiendo algo que no es de Dios, pero si estamos atentos y buscamos a Dios, él nos revelará su voluntad y nos guiará por el camino correcto.
No podemos seguir adelante sin tener una relación sólida con Dios y sin buscar su guía y su voluntad para nuestras vidas. Es importante tener un tiempo devocional cada día, leer la Biblia y orar para poder oír la voz de Dios y seguirla. Al hacer esto, nuestro corazón se volverá sensible a su voz y estaremos dispuestos a obedecer y seguir sus mandamientos.
Hoy vamos a preguntarle al Señor ¿Qué quieres que yo haga? Pero antes de preguntarle quiero que tengamos los siguientes puntos claros para hacerlo con total honestidad:
1. Aprendamos a confiar en Dios.
Como lo hizo Saulo de Tarso en Hechos 9, pidámosle a Dios qué quiere que hagamos y sigámoslo de todo corazón.
2. Desarrollemos una disciplina espiritual.
Si la primera voz que oímos en la mañana es la de nuestro padre y lo primero que hacemos es tomar el alimento espiritual de la Palabra de Dios, nuestro oído se agudizará para oír a Dios y nuestro corazón se volverá sensible a su voz.
3. Hagamos oraciones sinceras.
En lugar de hacer una lista larga de peticiones, oremos pidiéndole a Dios que nos enseñe a oír su voz y a hacer lo que esa voz nos dice. Pidámosle al Espíritu Santo que nos ayude a tener una vida constante de devoción y a levantarnos cada mañana para tener un tiempo devocional.
4.Tomemos decisiones de fe.
Tomemos decisiones de fe. Si hay una decisión importante que debemos tomar y que puede cambiar nuestra forma de vivir, es levantarnos cada mañana para tener un tiempo devocional con Dios.
5.Pidamos a Dios que cumpla sus propósitos en nuestra vida.
Recordemos que Dios nos hizo con un propósito y quiere cumplir sus planes perfectos en nuestra vida.
6.Hablemos al Espíritu Santo.
Recordemos que la carne es débil, pero el Espíritu siempre está dispuesto. Si le pedimos al Espíritu Santo que nos ayude a tener una vida devocional, se convertirá en nuestro despertador y nos ayudará a dejar de tomar alimento físico y tomar alimento espiritual.
7. Sé honesto con Dios.
Si nos cuesta levantarnos temprano o tenemos problemas para leer y entender las Escrituras, seamos honestos con Dios y se lo digamos. El Espíritu Santo sabe cómo nos ayudar.
8.Pidámosle a Dios que nos haga sentir el deseo pleno de obedecer.
Mientras oímos su voz y sentimos el deseo de seguir sus mandamientos y guardar su palabra, estaremos siguiendo sus caminos y propósitos para nuestra vida.
9.Recordemos que Dios te ama.
Aunque a veces podemos sentirnos como si Dios no estuviera presente o como si no nos estuviera escuchando, debemos recordar que Dios nos ama y siempre está con nosotros. Confiemos en su amor y en su guía en todo momento.”
Oración:
Padre celestial, te doy gracias por el ejemplo de Saulo, quien renunció a todo para seguirte y se convirtió en Pablo, un hombre que llevó tu mensaje y testimonio a muchos lugares. Ayúdame a tomar decisiones de fe como él, y a dejar de lado cualquier cosa que me aleje de ti. Que mi oído sea aguzado para escuchar tu voz y mi corazón sensible para obedecerla. Conforme a tu palabra en Isaías 50:4, “Mañana tras mañana despierta mi oído para oír como los sabios, mañana tras mañana habla a mi corazón”.
Quiero preguntarte qué quieres que haga y seguirte con todo mi corazón. Desarrolla en mí una disciplina espiritual, para que la primera voz que oigo en la mañana sea la tuya y lo primero que haga sea alimentarme de tu Palabra. Ayúdame a hacer oraciones sinceras, buscando tu guía y tu voluntad para mi vida.
Dame valentía para tomar decisiones de fe, incluso si significa salir de mi zona de confort. Ayúdame a levantarme cada mañana con el propósito de tener un tiempo devocional contigo y a buscar tu guía a través del Espíritu Santo. Enséñame a ser honesto contigo, aunque eso signifique admitir mis debilidades y mis luchas.
Como lo dice Isaías 6:8, “Aquí estoy, envíame”, quiero responder a tu llamado y ser un instrumento de tu amor y tu gracia para otros.
Ayúdame a sentir tu presencia y tu guía en cada paso que doy y a tener el coraje de seguirte a donde sea que me lleves. Que mi vida sea un reflejo de tu gloria y de tu amor a los demás. Te pido esto en el nombre de Jesús, mi Salvador y Señor. Amén.