La suciedad en nuestra vida puede ser el pecado, la falta de perdón, la envidia, el egoísmo, el orgullo, el odio, la mentira, la falta de amor hacia nosotros mismos y hacia los demás, entre otros. Todas estas cosas pueden manchar nuestra vida y hacer que no estemos en sintonía con la voluntad de Dios. Si tratamos de llenarnos de la pureza del Señor sin limpiar nuestra vida, no podremos recibir todo lo que Dios quiere para nosotros y estaremos limitando su obra en nosotros.
¿QUÉ NOS IMPIDE SER LIMPIOS DE CORAZÓN?
Orgullo: A veces nos cuesta aceptar que necesitamos ser limpiados y preferimos justificar nuestros errores en lugar de arrepentirnos y pedir perdón a Dios.
Pecados ocultos: A veces tenemos pecados ocultos que no queremos confesar a Dios y que nos impiden ser limpiados y transformados por Él.
Distracciones: El mundo nos presenta muchas distracciones que nos alejan de nuestra relación con Dios, como las redes sociales, el entretenimiento excesivo, entre otros.
Falta de disciplina: Muchas veces no tenemos la disciplina necesaria para mantener una vida de oración y meditación en la Palabra de Dios, lo que nos hace más propensos a ser sucios y alejarnos de Él.
Falta de fe: En ocasiones podemos tener dificultades para confiar plenamente en Dios y en Su poder transformador, lo que nos hace más propensos a aferrarnos a nuestras viejas formas de vida en lugar de buscar Su limpieza y transformación.
PULIR, TALLAR, BRILLAR
PULIR
Para pulir nuestro vaso y estar limpios para recibir la pureza del Señor, necesitamos arrepentirnos de nuestros pecados y pedir perdón a Dios. Como dice en 1 Juan 1:9: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” Además, necesitamos mantener una vida en comunión con Dios, buscando su presencia y leyendo su palabra. Como dice en Proverbios 30:5: “Toda palabra de Dios es limpia; él es escudo para los que en él confían.”
TALLAR
Tallar nuestra vasija significa moldear y perfeccionar nuestro carácter a través de la disciplina y la obediencia a Dios. Debemos permitir que Él nos guíe y transforme, dejando atrás aquello que nos impide ser como Él.
Un versículo que ilustra esto es Romanos 12:2, que dice: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”. Es a través de la renovación de nuestra mente, la transformación de nuestro carácter y la obediencia a Dios que podemos tallar nuestra vasija para que sea un reflejo de Él.
BRILLAR
Filipenses 2:15 nos dice: “para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo”. Para brillar nuestro vaso, debemos esforzarnos por vivir de manera irreprochable y sin mancha, reflejando la luz de Cristo en nuestra vida. Esto implica vivir una vida de obediencia y fidelidad a Dios, amando a nuestro prójimo y procurando su bienestar, y buscando siempre la verdad y la justicia. Al hacer esto, estaremos brillando como luminares en el mundo, llevando la luz de Cristo a aquellos que nos rodean.
TOMEMOS ACCIÓN
Dios nos ama incondicionalmente y desea que nos acerquemos a Él para llenarnos de su amor y su presencia. Pero para hacerlo, es necesario que limpiemos nuestro vaso, que nos deshagamos de toda la suciedad que nos impide recibir la pureza de Dios. No dejemos que el temor, la culpa, el rencor o cualquier otra cosa nos aleje del amor de Dios.
Te invito a que hoy mismo tomemos la decisión de limpiar nuestro vaso, de purificar nuestro corazón para recibir la gracia y la misericordia de Dios. No nos preocupemos si sentimos que nuestro vaso está muy sucio, Dios está dispuesto a ayudarnos a limpiarlo. Todo lo que necesitamos hacer es acercarnos a Él y pedir su ayuda.
Recordemos que Dios nos ama y que siempre está dispuesto a perdonarnos y a guiarnos en el camino de la vida. No nos perdamos la oportunidad de recibir su amor y su bendición. Tomemos acción hoy mismo y empecemos a limpiar nuestro vaso para que podamos recibir la pureza y la plenitud de Dios.
ORACIÓN
Querido Padre celestial, te pedimos humildemente que nos ayudes a limpiar nuestras vidas para recibir tu amor y tu gracia. Sabemos que a menudo nos desviamos del camino correcto y que nuestros pecados nos separan de ti. Pero hoy, te pedimos que nos des la fuerza para dejar atrás todo lo que nos impide seguir adelante y buscar la pureza que solo tú puedes darnos.
Te pedimos que nos guíes y nos muestres el camino hacia la renovación espiritual y la limpieza del alma. Ayúdanos a recordar que tú siempre estás a nuestro lado, y que nunca es demasiado tarde para volver a ti. Danos la sabiduría y la paciencia para seguir adelante en el camino de la transformación, sabiendo que tú eres nuestro guía y protector. En el nombre de tu hijo Jesús, amén.