1. Jesús intercede por nosotros:
La intercesión de Jesús por nosotros es un aspecto esencial de su obra en el cielo. Como nuestro sumo sacerdote, Jesús ha entrado en el lugar santísimo del cielo y ha presentado su sacrificio perfecto ante el Padre (Hebreos 9:11-12). Su intercesión constante nos garantiza que siempre tenemos a alguien que nos representa y nos defiende ante el Padre celestial (Hebreos 7:25). Además, como abogado (1 Juan 2:1), Jesús aboga por nosotros cuando caemos en pecado, recordándole al Padre su sacrificio expiatorio en nuestro nombre.
2. Jesús prepara un lugar para los creyentes:
La promesa de Jesús en Juan 14:2-3 nos asegura que está trabajando en nuestro beneficio, preparando un hogar eterno para nosotros en el cielo. Este lugar no solo será un refugio de descanso y paz, sino también un espacio donde estaremos en comunión perfecta con Dios y con otros creyentes (Apocalipsis 21:1-4). Jesús nos promete que, al preparar este lugar, garantiza nuestra esperanza y nuestra herencia eterna en su presencia.
3. Jesús reina como Rey:
Después de su resurrección y ascensión, Jesús fue exaltado y entronizado a la diestra del Padre (Hechos 2:33). Su posición en el cielo demuestra su autoridad sobre toda la creación y su reinado eterno como Rey de reyes y Señor de señores (Apocalipsis 19:16). La soberanía de Jesús trae consuelo y esperanza a los creyentes, ya que sabemos que él está en control de todas las cosas y tiene un plan perfecto para la humanidad y la creación.
4. Jesús supervisa a la iglesia:
Jesús es la cabeza de la iglesia (Colosenses 1:18) y, desde el cielo, guía y dirige a su pueblo. A través del Espíritu Santo, Jesús capacita y equipa a los creyentes para llevar a cabo su misión en la tierra (Efesios 4:11-13). Esta dirección y supervisión celestial aseguran que la iglesia siga siendo fiel a su propósito y que los creyentes continúen creciendo en su relación con Cristo (Efesios 1:22-23).
5. Jesús colabora con el Espíritu Santo en nuestra santificación:
Jesús y el Espíritu Santo trabajan juntos en el proceso de santificación de los creyentes. Mientras Jesús intercede por nosotros en el cielo, el Espíritu Santo trabaja en nuestros corazones, transformándonos a la imagen de Cristo (2 Corintios 3:18). Esta obra conjunta nos ayuda a crecer en santidad y madurez espiritual, permitiéndonos vivir una vida que refleje el carácter y el amor de Jesús en el mundo (Gálatas 5:22-23).
Llamado a la acción:
Reflexiona sobre las funciones que Jesús desempeña en el cielo y cómo estas impactan tu vida diaria. ¿De qué manera te anima y fortalece saber que Jesús está intercediendo por ti, preparando un lugar para ti y supervisando tu crecimiento espiritual? Dedica tiempo a orar y agradecer a Jesús por su obra en el cielo y pide su guía y dirección en tu vida.
Oración:
Señor Jesús, gracias por tu obra en el cielo y por todo lo que haces por nosotros. Te agradecemos por interceder ante el Padre en nuestro nombre, preparar un lugar para nosotros en el cielo y colaborar con el Espíritu Santo en nuestra santificación. Ayúdanos a vivir nuestras vidas en gratitud y amor por todo lo que has hecho y continúas haciendo por nosotros. En tu nombre, amén.