De manera similar, no podemos entender las Escrituras sin el Espíritu Santo porque Él es quien nos da discernimiento espiritual para entender la Palabra de Dios (1 Corintios 2:10-14). Sin la ayuda del Espíritu Santo, las Escrituras pueden parecer confusas o sin sentido, pero con su iluminación, podemos ver la verdad de la Palabra de Dios con claridad.
Es importante recordar que la llenura del Espíritu Santo es un proceso continuo en la vida del cristiano. Debemos estar dispuestos a reconocer nuestras limitaciones y nuestra necesidad de la ayuda divina. Debemos buscar humildemente la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas a través de la oración, la lectura de la Palabra de Dios, la comunión con otros creyentes y la práctica de la obediencia a Dios. Si hacemos esto, podremos experimentar la plenitud del Espíritu Santo y ser un testimonio vivo del poder transformador de Dios en nuestras vidas.
Jesús les dio esta advertencia a los discípulos en Hechos 1:4-5, donde les dijo: “No se alejen de Jerusalén, sino esperen la promesa del Padre que les he anunciado: “Juan bautizó con agua, pero dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo”.” Jesús les estaba diciendo que no se apresuraran a salir y predicar antes de recibir el poder del Espíritu Santo, porque sin el Espíritu Santo no tendrían la capacidad de llevar a cabo la Gran Comisión que Él les había encomendado.
En Hechos 1:8, Jesús les promete a sus discípulos que recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ellos: “pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”. Esta promesa se cumplió en el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos y los llenó de poder para predicar el evangelio con valentía y autoridad. A partir de entonces, el Espíritu Santo ha sido el poder y la fuerza que capacita a los creyentes para vivir y servir a Dios con eficacia.
En Hechos ilustran cómo la vida de los discípulos cambió drásticamente después de la venida del Espíritu Santo:
Hechos 2:4 – “Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablaran”.
Hechos 2:41 – “Los que recibieron su mensaje fueron bautizados, y aquel día se unieron a ellos unas tres mil personas”.
Hechos 4:31 – “Después de orar, tembló el lugar donde estaban reunidos; todos fueron llenos del Espíritu Santo y proclamaban la palabra de Dios con valentía”.
Hechos 5:12-14 – “Por medio de los apóstoles se hacían muchos milagros y prodigios en el pueblo. Todos se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón. De los demás, ninguno se atrevía a unirse a ellos, aunque la gente les tenía en gran estima. Y cada vez eran más los que creían en el Señor”.
Los versículos que mencionamos anteriormente hablan sobre la importancia del Espíritu Santo en la vida de los discípulos y cómo la venida del Espíritu Santo transformó sus vidas y su ministerio de manera poderosa. Como cristianos, también debemos experimentar esta misma transformación y dependencia del Espíritu Santo en nuestras vidas para poder vivir una vida plena y efectiva en Cristo y para llevar a cabo la obra de Dios en el mundo. Es importante reconocer nuestra necesidad de la guía y el poder del Espíritu Santo en nuestras vidas y buscar tener una relación cercana con Él para experimentar Su poder y dirección en todo lo que hacemos.
EL ESPÍRITU SANTO VIENE SOBRE QUIENES LO ANHELAN
Lucas 11:13: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”
Juan 7:37-39: “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Y esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”
Hechos 2:38: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
Efesios 5:18: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu Santo.”
Gálatas 5:16: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.”
Como cristianos, podemos sentir que nos falta poder porque a menudo nos enfocamos en nuestras propias fuerzas y habilidades en lugar de depender del Espíritu Santo. También podemos estar luchando con el pecado no confesado, lo que impide que el Espíritu Santo trabaje en nuestras vidas. Además, nuestra falta de poder puede ser el resultado de no estar en comunión regular con Dios a través de la oración y el estudio de la Palabra. Para experimentar el poder del Espíritu Santo en nuestras vidas, debemos buscarlo con diligencia, confesar nuestros pecados y someternos a Su guía y dirección.
TOMEMOS ACCIÓN
Nosotros no queremos conformarnos con una vida cristiana sin poder ni sin unción, por lo que anhelamos y pedimos al Espíritu Santo que llene nuestras vidas. Dedicamos tiempo a la oración, a la lectura de la Palabra de Dios, a la adoración y a la comunión con otros creyentes que buscan lo mismo. No tenemos miedo de pedir al Espíritu Santo que nos revele nuestras áreas de debilidad y pecado para poder ser transformados y equipados para llevar a cabo Su obra en el mundo. Nos rendimos a Su guía y dirección, confiando en que Él nos fortalecerá y nos capacitará para hacer Su voluntad.
ORACIÓN
Amado Espíritu Santo, hoy me acerco a ti con un corazón humilde y sediento de tu presencia en mi vida. Reconozco que sin ti no puedo hacer nada y que necesito de tu poder y unción para llevar a cabo la obra que Dios ha puesto delante de mí.
Te pido que llenes mi vida con tu presencia y poder, que me reveles tus caminos y me guíes hacia la verdad. Ayúdame a comprender y aplicar la Palabra de Dios en mi vida y a vivir una vida santa y agradable a tus ojos.
Te pido que me des el coraje y la fuerza para vencer las tentaciones y luchar contra el pecado en mi vida. Hazme sensible a tu voz y ayúdame a seguir tus instrucciones en todo momento.
Gracias por tu amor y por habitar en mi corazón. Que tu presencia en mi vida me haga una luz en este mundo y que mi testimonio atraiga a otros a ti. En el nombre de Jesús, amén.