¿Cuándo decides por fe y cuándo decides por miedo?

 

En nuestra vida cotidiana, enfrentamos constantemente decisiones y elecciones. Muchas veces, nos encontramos en un cruce de caminos donde tenemos que elegir entre seguir nuestra fe y confiar en Dios, o dejarnos llevar por el miedo y la incertidumbre. La pregunta es, ¿cómo podemos saber cuándo estamos tomando una decisión basada en la fe y cuándo estamos dejando que el miedo nos guíe? En este blog, exploraremos cómo podemos cultivar una fe sólida y confiar en Dios en todas nuestras decisiones, en lugar de dejarnos controlar por el miedo. A través de la reflexión en la palabra de Dios y la oración, podremos aprender a vivir por fe y no por duda, temor o incredulidad.

¿Eres una persona que vive por fe o te cuesta creer?


La pregunta de si soy una persona que vive por fe o me cuesta creer es algo que muchas personas se hacen a sí mismas. Vivir por fe significa tener confianza y creer en las promesas de Dios, incluso cuando las circunstancias parezcan indicar lo contrario. Por otro lado, vivir con dudas y temores puede hacer que sea difícil creer en las promesas de Dios y en su plan para nuestras vidas. Es importante recordar que Dios es paciente y está dispuesto a ayudarnos a crecer en nuestra fe a través de la oración y la meditación en su Palabra. Tomar la decisión consciente de vivir por fe y no por miedo o incredulidad es esencial para una vida llena de esperanza y confianza en Dios.

¿Qué sucede en nuestra vida cuando no creemos?

1. Nos mantenemos en un estado de incertidumbre y duda, lo que puede afectar negativamente nuestra salud mental y emocional.

2. Perdemos la confianza en Dios y en Sus promesas, lo que puede llevar a la desesperanza y la desesperación.

3. No experimentamos la paz y la seguridad que viene con tener fe en Dios.

4. No podemos recibir las bendiciones y los milagros que Dios tiene para nosotros si no creemos en Su poder y Su presencia en nuestras vidas.

5. No podemos tener una relación personal y íntima con Dios si no creemos en Su existencia y en Su amor por nosotros.


¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de creer y tener fe?

 

 

 

La duda es un ingrediente vital en el pensamiento crítico, pero no dejes que te aleje del camino de la fe.

 

Hebreos 11:3 “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la Palabra de Dios”. En nuestra vida diaria, es importante hacernos la pregunta: ¿Todo lo que yo hago es el resultado de la certeza, la convicción y la fe, o el resultado de la duda, el temor o la incredulidad? A veces, nos cuesta creer en algo o no confiamos en ello, es porque no tenemos fe en eso. La duda es lo peor que le puede pasar a la fe.

 

Aprender a creer y vivir una vida de fe

Juan 20:24-29 “Tomás, uno de los doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les dijo: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y si no meto mi dedo en el lugar de los clavos, y si no meto mi mano en su costado, no creeré”.


Ocho días después, sus discípulos estaban de nuevo adentro, y Tomás con ellos. Jesús vino, aunque las puertas estaban cerradas, y se presentó en medio de ellos y dijo: “La paz sea con ustedes”. Luego dijo a Tomás: “Saca tu dedo aquí, y ve mis manos; y saca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”.

 

 

Tomás respondió y dijo: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús le dijo: “Porque me has visto, Thomas, has creído; bienaventurados los que no vieron, y sin embargo creyeron”. 

A veces, puede ser difícil creer en las cosas que no podemos ver o comprender. Sin embargo, como Tomás, si estamos dispuestos a buscar a Jesús y a recibir su revelación, podemos creer y confiar en él. A través de esta experiencia, Tomás aprendió a vivir una vida de fe, creyendo en Jesús y su poder, incluso si no podía verlo o comprenderlo completamente.

 

 

Si eres una persona escéptica, no está mal reconocerlo.

Pero podemos aprender a creer y a vivir una vida de fe. Un buen ejemplo de esto es el caso de Tomás, uno de los discípulos de Jesús, quien al principio dudaba de la resurrección de Jesús, pero al verlo con sus propios ojos, declaró “Tú eres el Señor, nuestro Maestro soberano, mi Dios personal, el Señor, mi Dios”. La fe no es algo que se tiene de un día para otro, sino un camino en el que debemos estar dispuestos a aprender y crecer.

No dejes que las dudas te aparten del Señor.

La duda es un ingrediente vital en todo pensamiento crítico y maduro. No está mal preguntar ni cuestionar, pero no debemos permitir que esto nos aleje del camino de la fe. A lo largo de la historia, Jesús se encontró con discípulos que dudaban de sus enseñanzas y promesas, pero a través de sus milagros y paciencia, les enseñó a superar sus dudas y a vivir por fe.

Un ejemplo de esto es el caso de Tomás, el cual mencionamos anteriormente En Juan 20:24-29, otro ejemplo es el caso de Pedro, quien dudaba de su capacidad para caminar sobre el agua. En Mateo 14:22-33, Jesús caminaba sobre el agua mientras sus discípulos estaban en una barca durante una tormenta. Pedro, movido por su fe, comienza a caminar sobre el agua hacia Jesús, pero al sentir el viento y las olas, comienza a dudar y se hunde. Jesús lo rescata y le dice “¿Por qué dudaste?”.

Tomar la decisión consciente de vivir por fe y no por duda, temor o incredulidad.

2 Corintios 5:7 “porque vivimos por fe, no por vista”. Este versículo nos recuerda que nuestra vida cristiana se basa en nuestra fe en Dios y en su Palabra, y no en lo que vemos o experimentamos en el mundo. Es importante recordar que la fe no es algo que simplemente “tenemos” o “no tenemos”, sino que es algo que podemos cultivar y desarrollar a través de la lectura de la Biblia, la oración y la práctica de los principios cristianos. Al tomar la decisión consciente de vivir por fe, estamos eligiendo confiar en Dios y en sus promesas, en lugar de dejarnos llevar por nuestros propios temores e incertidumbres.

Aceptar que Dios es paciente y está dispuesto a enseñarnos y ayudarnos a crecer en la fe.

Salmo 25:4 “Muéstrame, oh Jehová, tus caminos, enséñame tus sendas” Este versículo nos enseña la importancia de estar dispuestos a aprender de Dios y seguir sus caminos. Aceptar que Dios es paciente y dispuesto a enseñarnos significa estar abiertos a recibir su guía y dirección en nuestras vidas, reconociendo que él sabe lo que es mejor para nosotros. Significa también tener paciencia con nosotros mismos mientras crecemos en nuestra fe, sabiendo que Dios está trabajando en nosotros para moldearnos a su imagen.

Aceptar que tener fe significa no dudar, sino creer en las promesas de Dios.

Hebreos 11:1 dice “La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Este versículo nos enseña que la fe es la confianza y la seguridad en las promesas de Dios. Es creer en lo que no podemos ver o comprender con nuestra mente humana, pero sabemos que es verdad porque Dios lo ha dicho. Significa confiar en que Dios siempre cumple su palabra y estar convencidos de que sus promesas son ciertas.

En lugar de dudar, debemos creer y confiar en las promesas de Dios. Es importante recordar que Dios es fiel y siempre cumple lo que promete. Por ejemplo, si Dios promete sanidad, debemos creer que él nos sanará y no permitir que la duda entre en nuestros corazones. Si Dios promete protección, debemos creer que él nos protegerá y no dejar que el temor nos controle.

Practicar la fe a través de la oración y la meditación en la Palabra de Dios.

Filipenses 4:13 dice: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Este versículo nos enseña que, a través de nuestra fe en Cristo y nuestra relación con él, tenemos la capacidad de superar cualquier obstáculo o desafío que enfrentemos. Sin embargo, para poder alcanzar esa fuerza y esa capacidad, es necesario practicar nuestra fe de manera activa y constante. Una manera de hacerlo es a través de la oración y la meditación en la Palabra de Dios.

La oración es una forma de comunicarnos con Dios y pedirle su guía y fortaleza en nuestras vidas. A través de la meditación en la Palabra de Dios, aprendemos más acerca de su carácter y de sus promesas, lo que nos ayuda a tener una mejor comprensión y una mayor confianza en él.

 

 

Conclusión

Vivir por fe es esencial para nuestra vida espiritual y personal. Al creer en las promesas de Dios, aceptar que Él es paciente y dispuesto a enseñarnos, y practicar la fe a través de la oración y la meditación en su Palabra, nos permitimos crecer en nuestra relación con Dios y en nuestra fe. Al contrario, cuando vivimos en duda, temor o incredulidad, nos mantenemos estancados y no podemos experimentar todo lo que Dios tiene para nosotros. Por lo tanto, es importante tomar la decisión consciente de vivir por fe y no dejar que el miedo, dudas o incertidumbre nos alejen de la verdad y de la promesa de una vida plena en Cristo.

 

Oración

Padre Celestial, te damos gracias por tu amor y tu paciencia con nosotros. Sabemos que a veces nuestra fe es débil y nuestras dudas son fuertes, pero te pedimos que fortalezcas nuestra fe y nos ayudes a creer en tus promesas. Te pedimos que nos ayudes a practicar la fe a través de la oración y la meditación en tu Palabra. Que nos ayudes a tomar decisiones conscientes de vivir por fe y no por miedo o incredulidad. Te pedimos que nos ayudes a crecer en nuestra relación personal contigo y a vivir una vida llena de fe en tu amor y tu gracia. Te pedimos esto en el nombre de Jesús, Amen.

Ministerio Maná