El apóstol Pablo también nos habla del bautismo en el Espíritu Santo como una experiencia en la que el Espíritu Santo entra en la vida del creyente y lo transforma de adentro hacia afuera. Esta experiencia se asocia con la salvación y el nuevo nacimiento en Cristo, y se describe en versículos como Juan 3:5-6 y Tito 3:5-7.
Una vez que alguien recibe al Espíritu Santo, Él no solo habita en esa persona, sino que también trabaja en ella para producir los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23) y darle poder para testificar acerca de Jesús y vivir una vida santa y obediente. Es una experiencia transformadora que tiene un impacto profundo en la vida del creyente.
¿CÓMO CONOCER AL ESPÍRITU SANTO?
Asegurarnos que estamos bautizados en el Espíritu Santo: “Y recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).
Buscando una relación personal con el Espíritu Santo: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios” (Romanos 8:16).
Orando y pidiendo al Espíritu Santo que se manifieste en nuestra vida: “Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13).
Leer y meditar en la Palabra de Dios, donde se habla del Espíritu Santo: “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26).
Buscar el fruto del Espíritu Santo en nuestra vida: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22-23).
Permitir que el Espíritu Santo nos guíe y nos dirija en nuestras decisiones: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Romanos 8:14).
Ser sensibles a la voz del Espíritu Santo en tu vida: “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:8).
Creer en el Espíritu Santo es el primer paso, pero es importante recibirlo en nuestras vidas para experimentar su poder transformador. El apóstol Pedro dijo en Hechos 2:38: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Y en Romanos 8:9, Pablo dice: “Pero vosotros no vivís según la carne sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”.
Para recibir al Espíritu Santo en nuestras vidas, debemos creer en Jesús y arrepentirnos de nuestros pecados, ser bautizados en agua y pedir a Dios que nos llene del Espíritu Santo. Jesús dijo en Lucas 11:13: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” Es importante buscar una relación íntima con Dios y permitir que el Espíritu Santo nos guíe y transforme nuestra vida.
Si has llegado hasta aquí es porque algo en tu corazón te está llamando a buscar una verdadera transformación en tu vida. Y déjame decirte que eso es posible, porque Dios te ama y desea que tengas una relación personal con Él a través del Espíritu Santo.
Para ello, lo primero que debemos hacer es reconocer que somos pecadores y necesitamos arrepentirnos de nuestros pecados. Pero no te preocupes, porque Dios está dispuesto a perdonarte y limpiarte de todo pecado a través del sacrificio de Jesucristo en la cruz.
Una vez que has hecho esto, es importante que creas en el Espíritu Santo como la tercera persona de la Trinidad y que desees tener una comunión personal con Él. Para ello, debes pedirle que venga a tu vida y te llene con Su presencia. No olvides que la fe sin obras está muerta, por lo que es necesario demostrar los frutos del Espíritu Santo en nuestra vida.
TOMEMOS ACCIÓN
Así que te invito a que tomes acción hoy mismo, reconociendo tu necesidad de Dios, creyendo en el Espíritu Santo y recibiendo Su presencia en tu vida. Yo misma he tomado esta decisión y puedo testificar que mi vida ha sido transformada de una manera increíble.
ORACIÓN
Padre celestial, te agradecemos por tu amor y gracia inmerecida que nos has dado a través de tu hijo Jesús y por la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas. Te pedimos que nos concedas la humildad y el arrepentimiento necesario para reconocer nuestros pecados y que seamos llenos de tu Espíritu Santo. Ayúdanos a producir los frutos del Espíritu en nuestra vida diaria y a caminar en tu verdad y amor. Permite que tu Espíritu Santo transforme nuestras vidas para ser más semejantes a Cristo cada día.
Señor, te pedimos que traigas sanidad y libertad a aquellos que aún no conocen tu Espíritu Santo. Ayúdalos a reconocer la necesidad de una relación personal contigo y a buscar activamente ser llenos de tu Espíritu Santo. Sabemos que es solo a través del poder del Espíritu Santo que podemos experimentar verdadera transformación y vivir una vida llena de tu amor y gracia. Te agradecemos por lo que has hecho y lo que seguirás haciendo en nuestras vidas a medida que crecemos en ti. En el nombre de Jesús, amén.
Claro, entender y ser impactado por la obra del Espíritu Santo es esencial para poder enseñar y predicar acerca de Dios con precisión y autoridad. El Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad, y es quien nos guía, nos consuela, nos enseña y nos ayuda a entender la Palabra de Dios. Sin la guía y dirección del Espíritu Santo, nuestras enseñanzas y predicaciones serían incompletas e incluso erróneas.
En Juan 16:13, Jesús habla sobre el papel del Espíritu Santo en guiarnos hacia la verdad: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir”. También en Romanos 8:26, se nos dice que el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”. Por lo tanto, conocer y entender la obra del Espíritu Santo es esencial para poder enseñar y predicar con autoridad y precisión.