¿Por qué Dios siempre nos enseña a dar?
Dar nos ayuda a liberarnos del egoísmo y a enfocarnos en los demás.
En lugar de preocuparnos constantemente por nosotros mismos y nuestras necesidades, al dar estamos poniendo las necesidades de los demás por encima de las nuestras. Esto nos ayuda a desarrollar un corazón más generoso y compasivo. Proverbios 11:25: “El generoso será prosperado, el que sacia a otros será saciado.”
Un hijo de Dios es generoso
En el diseño del Tabernáculo en los tiempos de Moisés, vemos cómo Dios estableció un método para la extensión de su reino a través de las ofrendas voluntarias de su pueblo, esas ofrendas fueron traídas cada mañana por el pueblo. Esto ilustra cómo Dios utiliza los recursos que nos da para extender su reino, y cómo nuestra participación en la obra de Dios a través de nuestros recursos voluntarias es esencial. Es importante destacar que Dios no necesitaba de las ofrendas de su pueblo para construir el Tabernáculo, pero creó este sistema para enseñar a su pueblo a ser generosos y a participar activamente en la extensión de su reino.
Exodo 36:3-6: “Y tomaron delante de Moisés todas las ofrendas a los ojos de Israel, para la obra del servicio del santuario, para toda la obra del servicio de ella. Y traían cada mañana las ofrendas voluntarias de todos los que se ofrecían voluntariamente. Y vinieron los maestros que hacían toda la obra del santuario, cada uno de la obra que hacía. Y hablaron a Moisés, diciendo: El pueblo trae mucho más de lo que es necesario para la obra del servicio del santuario, y Moisés mandó pregonar por el campamento, diciendo: Ningún hombre ni mujer haga más para la ofrenda del santuario.”
La importancia de la participación
Aunque Dios no necesita nuestro dinero, Él quiere que nosotros participemos en la extensión de su reino a través de nuestros talentos, recursos, tiempo y ofrendas. Cuando no damos seguiremos teniendo el amor de Dios el cuál es incondicional, pero perdemos la bendición de participar en su obra. En este Mateo 25:24-40, Jesús nos hace un llamado a la participación activa en el reino de Dios, al servicio a los demás y al cuidado de los menos afortunados.
Mateo 25:34-40 “Entonces el Rey dirá a los que estén a su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber; fui forastero y me diste alojamiento, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me visitaste, estuve en la cárcel y viniste a verme.’ Entonces los justos le preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te dimos alojamiento, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?’ El Rey les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que lo hicieron con uno de estos hermanos míos más pequeños, lo hicieron conmigo.’”
El abundante no es el que más retiene sino el que más da
la verdadera abundancia no se mide por cuánto retenemos, sino por cuánto damos, al dar con gozo sentimos abundancia al compartir de lo que tenemos con los demás, confiando en que no nos faltará nada. En lugar de enfocarnos en acumular riquezas materiales, debemos enfocarnos en cómo podemos usar lo que Dios nos ha dado para bendecir a otros y extender su reino. 2 Corintios 9:6-8, que dice “El que siembra con moderación, también cosechará con moderación; el que siembra con generosidad, también cosechará con generosidad. Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría.” Este versículo nos recuerda que Dios no solo ve la cantidad de lo que damos según lo que tenemos, sino también nuestra actitud al dar. Si damos con alegría y generosidad, Dios nos bendecirá de la misma manera.
Somos parte de algo más grande
Además, al participar en la obra de Dios, nos damos cuenta de que somos parte de algo más grande que nosotros mismos. Nuestra generosidad en tiempo, talento y ofrendas no solo ayudan a extender el reino de Dios, sino que también contribuyen a construir comunidades más fuertes y justas. Esto nos da un sentido de propósito y significado en la vida. 1 Juan 2:17 “Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”
Al dar y participar en la obra de Dios, estamos poniendo nuestra fe en acción. Estamos demostrando que confiamos en que Dios es quien provee y que estamos dispuestos a seguir su plan. Esto puede ayudar a fortalecer nuestra fe y a darnos una sensación de paz y seguridad.
Conclusión:
A través de la Biblia hemos visto cómo la generosidad y poner a disposición nuestros talentos, tiempo y ofrendas voluntarias juegan un papel importante en la extensión del reino de Dios. Hemos aprendido que aunque Dios no necesita nuestros recursos, Él quiere que participemos en la extensión de su reino. Hoy nos enfrentamos a una decisión importante, participaremos o no participaremos en la obra de Dios. Aunque Dios nos ama incondicionalmente, la bendición de participar en la obra de Dios depende de que elección tomemos, comprendiendo que la verdadera riqueza no está en retener, sino en dar. Dios nos ha llamado a ser abundantes, a compartir confiando en su bendición, respaldo y provisión.
Podemos elegir ser parte de la eternidad o aferremos a las cosas temporales, enfocarnos en lo eterno o en lo finito, hoy te preguntamos qué decisiones tomarás hoy que decisión tomarás.
Oración:
Padre Celestial, te agradecemos por la oportunidad de reflexionar sobre la relación con nuestra vida y nuestra participación en la extensión de tu reino. Sabemos que tú no necesitas nuestras ofrendas, pero nos das la oportunidad de colaborar en tu obra de manera generosa y voluntaria. Te pedimos que ilumines nuestros corazones y mentes para tomar decisiones sabias y desafiantes en cuanto a nuestra participación en tu reino. Te pedimos que nos liberes del egoísmo y nos ayudes a ver la importancia de apoyar tu obra con nuestros recursos. Te pedimos que nos ayudes a entender que eres el dueño de todo y que cuando damos, no perdemos sino que ganamos la bendición de participar en tu obra. Te pedimos esto en el nombre de Jesús. Amen.