1: Nuestras palabras reflejan lo que hay en nuestro corazón
Mateo 12:34 nos dice: “De la abundancia del corazón habla la boca”. Esto significa que lo que hablamos es un reflejo de lo que tenemos en nuestro corazón. Si nuestro corazón está lleno de amor, bendición y gratitud, eso es lo que saldrá de nuestra boca. Pero si nuestro corazón está lleno de amargura, ira o maldición, eso es lo que saldrá de nuestra boca también. Por eso es importante llenar nuestro corazón con las cosas correctas. Lucas 6:45 dice: “Del buen tesoro de su corazón saca el hombre lo bueno”. Si llenamos nuestro corazón con la Palabra de Dios y con pensamientos positivos, eso es lo que saldrá de nuestra boca.
2: Debemos elegir cuidadosamente nuestras palabras
Proverbios 18:21 nos dice: “La muerte y la vida están en poder de la lengua”. Esto nos muestra la responsabilidad que tenemos al hablar, ya que nuestras palabras pueden tener consecuencias tanto positivas como negativas. Es nuestra elección el decidir si hablamos palabras de amor, bendición y victoria, o de odio, amargura y derrota.
3: Debemos rechazar el hablar corrompido
Proverbios 4:24 nos dice: “No hayan palabras corrompidas en vuestra boca”. La palabra corrompida significa “podrida” o “sucia”. Es fácil caer en el hablar corrompido cuando permitimos que ciertos tipos de música, lecturas o conversaciones entren en nuestro corazón. Esto es lo que terminamos hablando. Por eso es importante examinar lo que estamos permitiendo entrar en nuestra vida y asegurarnos de que sea edificante y santo.
4: Nuestro lenguaje puede tener un gran impacto
Proverbios 18:21 nos dice: “La muerte y la vida están en poder de la lengua”. Esto significa que nuestras palabras tienen el poder de destruir o edificar. Podemos usar nuestras palabras para herir a otros o para ayudar a sanar. Es importante ser conscientes del impacto que nuestro lenguaje tiene en los demás y usarlo de manera responsable.
5: Debemos elegir cuidadosamente nuestras palabras
Santiago 3:2 nos dice: “Porque no todos sabemos dar buena razón de nuestra fe”. Este versículo nos recuerda la importancia de pensar cuidadosamente en lo que decimos antes de hablar. No debemos hablar sin pensar o decir cosas que no estén respaldadas por la Palabra de Dios. Al elegir nuestras palabras cuidadosamente, podemos hablar de manera respetuosa y considerada con los demás.
Consejos prácticos para controlar tu lenguaje:
Hacer un ejercicio de autorreflexión: Pregúntese cómo habla en diferentes situaciones y con diferentes personas. ¿Está su lenguaje en línea con lo que quiere reflejar en su corazón? ¿Está usando palabras que edifican o que destruyen?.
Tomar medidas para llenar su corazón de la Palabra de Dios: Lea y medite en la Biblia regularmente, y pídale a Dios que le llene de su amor y de su verdad.
Elegir cuidadosamente lo que escucha y lo que ve: La música y otros contenidos que consumimos pueden tener un gran impacto en nuestro lenguaje y en nuestro corazón.
Elija contenidos que edifiquen y alimenten su espíritu.
Orar por las personas a las que le habla: Antes de hablar con alguien, pida a Dios que le llene de amor y de sabiduría para saber cómo hablar de manera que edifique y bendiga.
Hacer un compromiso de hablar de manera respetuosa y amorosa: Decida de antemano que no va a usar palabras malintencionadas ni maledicentes, y pídale a Dios la fuerza para cumplir con ese compromiso.
Conclusión:
En resumen, nuestro lenguaje es una herramienta poderosa que refleja nuestro corazón y tiene el poder de tener un gran impacto en los demás. Debemos usarlo de manera responsable y elegir cuidadosamente nuestras palabras. Al hacerlo, podemos ser una fuerza positiva en el mundo y llevar un mensaje de amor y esperanza a los demás.
Oración:
Padre, te pedimos perdón por las veces en que hemos usado nuestro lenguaje de manera irresponsable y hemos herido a otros con nuestras palabras. Ayúdanos a ser más conscientes de cómo hablamos y a elegir cuidadosamente nuestras palabras. Ayúdanos a reflejar tu amor y tu verdad en todo lo que decimos. En el nombre de Jesús, amén.